viernes, 11 de diciembre de 2015

Berenjena, pincho, berenjena.

No hay mercado ni feria que se precie en nuestra Mancha manchega que se pueda definir como tal si no tiene un "puestecete" de Berenjenas, protagonistas de este artículo. Y es que es llegar los viernes en nuestro pueblo (día de mercaillo) y como si te llamasen, parece que vas " a la olor". El olor de esos encurtidos, esos vinagres que van tan bien con una caña bien fresquita, independientemente de la época del año, si es agosto para refrescarse y si estás "helao" en noviembre para entrar en calor.

 

Eso si,  aún no se ha descubierto el motivo por el cuál es inevitable parar a meterte una berenjena entre pecho y espalda en la feria y además comértela allí, in situ, da igual que vayas de punta en blanco como un querubín, da igual que te tengan que esperar, da igual todo, eso en feria luce, luce y mucho además.

Desde que das el primer paso y plantas el primer pie en el recinto ferial ya vas recordando la vez anterior, recogiendo referencias para así identificar donde estaba el puesto la ultima vez que fuiste. Cuando lo avistas, te paras enfrente de esas vasijas enormes, metidas en una especie de canastas metálicas, como de forja,  adoptas posición modo pistolero del viejo oeste, solo te falta el revolver, fijas tu mirada en esas descomunales orzas y te acercas entre sigiloso y nervioso.
 

Al llegar al limite entre tu y el berenjenero/a, parece que te vas a dar un chapuzón en una de ellas, solo te separa del artesano esas piezas de alfarería repletas de berenjenas hasta la boca, miras a un lado y al otro (como si viniera un tren) y oyes a lo lejos una voz.....¡a ver! ¿de cuál quieres?. Si acudías nervioso al reencuentro con tu berenjena de rigor, encima te meten prisa, pero ya conoces tus gustos y de nuevo esa voz, ¿que pique un poquito o no?, da igual, te la vas a comer de todos modos, pero si, que pique un poco.

Para realizar la entrega del producto el autor berenjenil suele portar un tenedor de esos que llaman de trinchar, con 2 ó 3 púas, largo, firme, punzante. Remueve en una de sus vasijas y va moviendo berenjenas de aquí para allá a la velocidad de la luz, como si estuviera buscándote la mejor, piensas, que majo, pero sigo pensando que es puro marketing. Y entonces ahí está, tu berenjena, reluciente, aromática, chorreante. Partida por la mitad, con su pimientete y su rama de hinojo atravesándola. En ese momento deseas que se pare el mundo.
 

Antes de dar el primer bocado corriges de nuevo la posición, la previsión es que chorree bastante al morder por lo que una inclinación de 45º debería bastar, así como un poco amagaete, a los que nos sobresale un poquillo la tripilla tenemos que aumentar un poco mas el ángulo. Eso si, hacer este ejercicio correctamente  no garantiza en absoluto que no te manches, de hecho, es mas que probable que lo hagas.

La gozada del bocado, el sabor y la sensación de paso del aliño al cerebro no se puede describir con palabras. Lo mejor para disfrutar del momento es cerrar los ojos o mirar al suelo ya que es fácil que en el momento clímax de máxima absorción de jugos te salude alguien en pleno proceso y ya te han jod.... la berenjena.

Con las lágrimas en los ojos de la emoción recuperas la bipedestación erguida y buscas con qué limpiarte un poco el morrillo, menos mal que se inventaron las servilletas de papel porque ¿quien no recuerda aquel trapo de cuadros (rojos o azules) colgao al lao de donde empezaban las bombilletas?, si si, allí nos limpiabamos todos, y sin asco ninguno. Antes de irte y pagar es preciso liberar el gaznate de restos de vinagre alguno y aquí es al contrario que en los bares, pagas el pincho y te incluyen la bebida, bebida que reposa en una bota de vino en rama, trago largo que estamos en feria, maridaje perfecto.

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Para finalizar, evidentemente no puedes tomarte solo una, eres un ser incompleto si lo haces, pero si abusas, el incompleto puede ser tu estómago y lo sabes, por lo que de unos años a esta parte venimos realizando un ritual comedido y sincronizado que va de maravilla. Después de esta primera berenjena nos trasladamos al bar de feria de toda la vida, la ronda está clara, "pincho moruno y botellín", damos una pequeña tregua para que el sistema digestivo se prepare para recibir a la segunda y no por ello menos importante berenjena. Tradición recomendada, Berenjena, pincho y berenjena.

 

Por su interes gastronómico y su procedencia estamos recavando información para realizar un post sobre la historia, caracteristicas y curiosidades de las Berenjenas de Almagro. PROXIMAMENTE en Gastroquixotes.

APURARI

















5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Yo creo que se acerca mas a 60 grados, jeje.
      Gracias por comentar Javi.

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  2. Buena rutina esa. En mi tierra se acaba con vino de Cariñena y una buena tajà. A ver si pruebas unas berenjenas de esas de mi madre.

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